Conozco pocos fotógrafos de paisajes que no se sientan un poquito inquietos por estas fechas del año, y no es para menos porque sabemos que en un par de semanas el otoño cambiará por completo el color de los boques y de la naturaleza en general, son pocos días y muchos lugares donde nos guataría acudir. Es un espectáculo recomendable para todos los amantes del medio ambiente.
Siempre me acuerdo del primer otoño que visité La Selva de Irati, en el Pirineo Navarro. Me quedé asombrado de tanta belleza. El otoño aquel año estaba en todo su explendor. El día que llegué estaba lluvioso y los colores de los árboles tadavía brillaban y resplandecian más que en un día de sol intenso. Los días de llúvia los colores se intensifican y saturan, y el cielo grisáceo hace de paráguas difusor que reparte suavemente la luz por el bosque. Son las mejores condiciones para pasear y fotografíar por un hayedo, por ejemplo.
Ten en cuenta:
- Cuando lo que buscamos es fotografiar un bosque o lugar concreto, es recomendable llamar e informarse como van los colores, ya que el otoño no es todos los años igual. Si viene un tiempo con vientos por ejemplo, cuando llegues al sitio no habrá ya hojas en los árboles. O si ha llegado un frío intenso las habrá quemado dejandolas de un color marrón pálido.
- Llevate el trípode porque la luz en el interior del bosque suele ser excasa, y además te permitirá trabajar con un diafragma cerrado y no tendrás problema con la velocidad de obturación.
- Muévete y enfoca a donde veas una ligera situación de contraluz, siempre hay un punto en que los colores brillan más.
- Si llueve ligeramente inclina un poquito la cámara hacía delante y pon el parasol. Un protector para la cámara te vendrá bien y una balleta para limpiar la lente.
- Felices luces y colores.